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Las artes marciales más auténticas esconden ejercicios sofisticados, ocultos bajo la apariencia de formas sencillas, de movimientos lentos o de posturas estáticas, que la mirada de un neófito jamás podría descifrar. Tras años de adiestramiento... Seguir leyendo
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Las artes marciales más auténticas esconden ejercicios sofisticados, ocultos bajo la apariencia de formas sencillas, de movimientos lentos o de posturas estáticas, que la mirada de un neófito jamás podría descifrar. Tras años de adiestramiento en las artes marciales, cuando comencé a indagar en los estilos internos, primero con el Taichichuan y el Qi Gong, y luego más en profundidad con el I Chuan, uno de mis mayores descubrimientos fue el entrenamiento en la quietud: Zan Zhuang. En un primer momento, este trabajo, además de doloroso, me resultaba extraño y sin sentido alguno. Con el tiempo, empezó a entrar algo de luz, y lo que parecía una pérdida de tiempo comenzó a dar sorprendentes resultados; así, de manera paulatina, pude valorar el potencial de esta disciplina ancestral.