Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Inveterado insomne, un guionista de cine tangerino descubre que para conciliar el sueño necesita matar. La primera víctima será su madre. Pero el efecto se reduce con el tiempo y debe reincidir. Se transforma en un durmiente «a sueldo». De incó... Seguir leyendo
info
Inveterado insomne, un guionista de cine tangerino descubre que para conciliar el sueño necesita matar. La primera víctima será su madre. Pero el efecto se reduce con el tiempo y debe reincidir. Se transforma en un durmiente «a sueldo». De incógnito, comete crímenes tan perfectos como los del cine. Cuanto más importantes son sus víctimas, mejor duerme, y así proseguirá la escalada. En El insomnio, Tahar Ben Jelloun desafía este mal que afecta a millones de personas con una ironía y un humor sin precedentes. «Noches en vela, noches yermas, sin sueños, sin pesadillas, sin aventuras. Noches tristes. Noches estrechas, mezquinas, reducidas a sufrimiento. Noches inútiles, sin interés, sin gracia. Noches para olvidar, para tirar a la basura. Noches traidoras. Noches sin pudor. Noches de bandidos, de canallas, de cabrones. Noches sucias, perversas, crueles, repulsivas. Noches indignas del día, del sol, de la luz y de la belleza del mundo.»